La mayoría de personas pueden tener entre 10 y 40 lunares en su cuerpo, que son por lo general benignos y tienen diversas características en cuanto a forma, color y tamaño.
A lo largo de la vida los lunares o nevus, como también se les llama, pueden modificarse e incluso desaparecer.
Es por ello que es importante familiarizarse con los lunares del cuerpo y examinar la piel periódicamente para poder detectar cualquier cambio en ellos.
Conviene acudir al dermatólogo una vez al año y estar atentos a heridas pequeñas que no cicatrizan, a una nueva mancha, a un lunar o verruga o a lunares conocidos que cambian de apariencia, y que podrían transformarse en melanomas o cáncer de piel.
Existen 4 puntos importantes que debes observar para detectar lunares peligrosos:
A) Asimetría: dividiendo el lunar en cuatro cuadrantes, quedan partes de diferente tamaño.
B) Borde: que tenga un borde irregular y poco definido.
C) Color: que tenga varios colores o diferentes tonos de marrón, negro, azul o rojo.
D) Diámetro: que mida más de 6mm o que haya aumentado de tamaño rápidamente.